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CARLOS ALVARADO QUESADA
URUK EDITORES
2012, COSTA RICA.
I
Las grandes tragedias y acontecimientos de la historia humana han sido siempre el mejor caldo de cultivo para el arte y, sobre todo, para el arte literario. Desde sus orígenes el ser humano ha mostrado una inclinación persistente hacia las manifestaciones artísticas, y han sido los momentos oscuros y dolorosos los que han inspirado las obras más célebres del arte literario universal.
La Ilíada y La Odisea, atribuidas a Homero, no son más que la exhaltación y exposición artística de acontecimientos reales y determinantes en la Historia antigua.
Más recientemente, la Segunda Guerra Mundial ha sido el acontecimiento histórico más explotado por los literatos de su tiempo y el nuestro. Podríamos citar algunas referencias de escritores que han tomado como punto de partida este acontecimiento para escribir sus libros: Umberto Eco en "La Misteriosa llama de la Reina Loana" repasa algunos acontecimientos importantes. Milan Kundera en "La insoportable levedad del ser", Thomas Harris en "Hannibal, el origen del mal", Robert Harris en "El hijo de Stalin", Marcus Zuszak en " La ladrona de libros", Julia Navarro en "La sangre de los Inocentes", y muchos otros autores que han producido las más diversas historias de la más variada calidad y éxito.
"Las posesiones", del escritor costarricense Carlos Alvarado Quesada, se enmarca dentro del gran cúmulo de novelas históricas que se aprovechan de dicha guerra como marco de referencia. El resultado es una obra de gran calidad artística, que desvela una parte de nuestra historia nacional que muy pocos conocen. Es evidente que el autor realizó un minucioso trabajo de investigación, muy bien documentado y exhaustivo, para conseguir plasmar en su obra una realidad que, lastimosamente, no se cuenta en las aulas escolares, colegiales, ni en la gran mayoría de universidades. Una verdad vergonzosa de la que nadie quiere hablar y que todos se empeñan en ocultar o maquillar.
Vayamos por partes, dijo el Descuartizador.
II
"Las posesiones" es protagonizada por Ana Rodríguez y Samuel Roth, una pareja costarricense común y corriente. Al morir su padre, Ana recibe, además de su herencia, información sobre quién era él realmente y a partir de ese momento las cosas se empiezan a poner interesantes.
La novela se enmarca cronológicamente en dos épocas distintas: la época de guerra, geográficamente ubicada en Costa Rica, Estados Unidos y Alemania; y la época actual, ubicada geográficamente en Costa Rica y Alemania.
Específicamente, el escritor expone la dureza con que fueron tratados los ciudadanos de los llamados países del eje, y ciudadanos costarricenses pero con orígenes italianos, alemanes o japoneses, en campos de internamiento en Costa Rica y Estados Unidos; los abusos a los que fueron sometidos por las autoridades, y los abusos que cometieron quienes eran sus amigos, allegados y socios de confianza, que aprovecharon las circunstancias para su propio beneficio.
La obra se divide en tres partes, a saber:
1- Posesiones y pesadillas.
Consta de diez capítulos. Aquí empezamos a conocer a los protagonistas y su círculo de allegados, sobre todo la familia de Ana, que para el caso y la trama, es lo que interesa.
Ana recibe de un desconocido una carta que su padre biológico escribió en 1948, de cuyo contenido no se le dan detalles al lector. A partir de ahí, Samuel se dá a la tarea de investigar sobre los hechos, apoyado en documentos que un desconocido anciano le entrega a Ana en un baúl.
Esta parte transcurre en forma un poco lenta y algo forzada por momentos. Hay escenas y diálogos en ella de los que el autor perfectamente pudo haber prescindido. Por ejemplo, el diálogo sobre el funcionamiento del servicio sanitario que sostienen Ana y Samuel no tiene razón de ser ni aporta nada a la trama. Lo mismo la descripción del sueño de Ana y su visita al dentista. Creo que perfectamente el autor le pudo haber ahorrado esas páginas a la editorial y a nosotros el tener que soportarlas.
Por lo demás, Alvarado Quesada prepara muy bien el terreno para desarrollar, en el resto del libro, una magnífica historia utilizando un lenguaje formidablemente culto, un léxico muy amplio y una pulcritud inusual en las formas.
2-La culpa que durmió en Crystal City.
La segunda parte consta de quince capítulos, sin embargo es mucho más corta que las otras dos.
Aquí el autor nos muestra los hechos de forma certera y magistral, dándole al lector la respuesta a los enigmas de forma paulatina y acrecentando la emoción a cada página.
En esta conocemos a Stefan Schmitz y todos los abusos que padeció durante la guerra, y empezamos a formarnos una idea de lo que se nos ha preparado para el final.
3- El tiempo y la sangre.
La tercera parte consta de diez capítulos, el último de los cuales es el epílogo.
En esta parte Alvarado nos trae de vuelta a un desconocido: Apolíneo, por quien nos enteramos de todos los detalles de la historia del padre de Ana.
Pero también se nos presenta aquí la tercera historia de la novela, la de Gerhard, quien desde Alemania descubre detalles significativos sobre la tragedia de Stefan.
III
"Las posesiones", si bien es cierto tiene un comienzo titubeante y confuso, deviene en una historia formidable y extraordinariamente bien lograda, en donde su autor hace ostentación de una singular maestría. Cada personaje goza de una gran independencia y libertad, como si fueran actores de la vida real. En una forma extremadamente detallista y utilizando el más refinado de los lenguajes, digno de una novela de Carpentier o Cortázar, Alvarado Quesada ha logrado construir una finísima pieza de arte literario de lectura obligada para los amantes de la buena literatura.
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