Te conozco (Colaboración anónima)
-Ave María purísima.
-Sin pecado concebida.
-Perdóneme padre porque he pecado.
-No recuerdo haberte visto antes por aquí, pero cuéntame hija, que es lo que te aflige
-Hace once años que vine con mi marido a esta ciudad, antes vivíamos en la capital pero decidimos trasladarnos aquí, mi esposo se encarga de la hacienda familiar y yo trabajo a distancia por internet. Un par de veces al mes, voy a la capital para concretar acuerdos y aprovecho para ir de compras, casi nunca lo hago todo en un solo día y paso las noches en el apartamento donde vivíamos antes y que aún conservamos.
-No calles, te escucho con atención, hasta ahora solo me has explicado como llegaron aquí.
-Mi esposo es un buen hombre, trata de que no me falte nada pero yo necesito un estilo de vida peculiar… Él hace como que no se da cuenta de mis escapaditas, sabe que lo amo y que nunca lo dejaré por uno de los tantos que...usted sabe, padre.
-¿Hay muchos más? No temas, no seré yo quien te juzgue, no es a mí a quien corresponde tal tarea.
-Ahora, solo uno cuando voy a la capital, pero nunca el mismoo. Antes de trasladarnos aquí mi vida era un carrusel, iba de cama en cama y nunca era suficiente. Ya entonces, mi marido miraba para otro lado mientras yo hacía de las mías, aunque nunca descuidé mis obligaciones laborales de pareja o esposa. El asunto que me ha traído aquí sucedió hace dos semanas. Fui el martes y regresé el viernes, pero al llegar solucioné todo lo que necesitaba por la mañana; de hecho era una buena ocasión para regresar en el día, pero se me ocurrió acercarme al apartamento y en el camino vi una boutique recién inaugurada, estacioné el auto y entré después de ver en el escaparate un conjunto de lencería que me gustó mucho. Salí muy contenta pensando en darle una alegría a mi marido, pero me fijé en un hombre que cruzó la calle. Era muy guapo. En ese momento todo se desbarató y solo pensé en hacerlo mío. Le seguí y le vi entrar en un bar que conocía de otras ocasiones, como siempre fui directamente a lo que me interesaba.
"-No te había visto nunca ¿Es la primera vez que vienes por aquí?"
Cof… cof Cooooof…Coof… cof…
-¿Qué le sucede padre?
-Cof… nada, un poco de cof… cof… tos, creo que me he enfriado un poco.
-En ese caso continuaré. Y su respuesta, como no podía ser de otra forma, sirvió para entablar conversación.
"La verdad es que sí, hacía tiempo que me apetecía visitar esta parte de la ciudad, pero no había tenido la oportunidad hasta ahora."
"¿Ya tienes guía? No es lo mismo moverse sin rumbo, que contar con alguien que te muestre lo más pintoresco de la zona. ¿Quieres tomar algo antes de marchar? Tenemos tiempo para verlo todo."
-Tomamos unas copas, que le sentaron muy bien a mi nuevo amigo, que acabó entendiendo cual era mi interés por él.
-COOOOFF… cof… COffOfff…
-No se atragante padre, que esto no es todo. Fuimos a mi apartamento, que no está lejos, y salimos a cenar a las nueve después de tener sexo desde antes del mediodía, nos llevamos del restaurante unos platos fríos y no salimos en todo el jueves, el viernes a media mañana nos despedimos y regresé a la normalidad de mi casa. Mi marido disfrutó mucho sacándome la lencería que había comprado para él, y que mi amigo de turno ni siquiera vio.
-Dime a qué has venido. Por lo que has dicho al llegar, creo que tienes otra parroquia más cerca de tu casa.
-La verdad, ¿No se lo imagina?
-COFFFFFFF… cof… cof… COOOFFF…
-El párroco con el que suelo confesarme no sería capaz de entender la situación y que yo no puedo comprometerme a hacer un propósito de enmienda. Soy como soy y nada me cambiará, nunca he estado con hombres casados, no quiero ser la responsable de romper una familia, solo me tiro divorciados, solteros o separados.
-Comprenderás, que no pueda absolverte con todo lo que me has contado.
-¿Conoce usted la la Iglesia de E...? Siguiendo el camino unos tres Km está la casa donde vivían mis suegros, supongo que esa preciosa moto en la que lo vi pasar el sábado pasado, y a la que le he seguido el rastro hasta aquí, será capaz de llevarlo. Espero que podamos discutir con tranquilidad cómo nos seguiremos viendo en el futuro, así no será necesario ir a la capital con tanta frecuencia. Con usted mi esposo no tiene que preocuparse de que lo abandone, estoy segura que nunca me pediría fugarnos y en cambio estaremos juntos cuando queramos.
-No puedes hacer eso… bueno sí que puedes pero no está bien.
-No creo que sea tan malo, no quiero romper matrimonios ni apartarte de tu ministerio, de hecho recuerdo muy bien, que en las casi cuarenta horas que pasamos juntos, nombraste a dios en repetidas ocasiones y no estabas nada preocupado.
-¿Tu esposo ha de saberlo?
-No te preocupes, hace tiempo que me pregunta con quién he estado y qué hemos hecho, eso lo excita y nos lo pasamos de muy bien. Cuando le conté lo nuestro, pensando que serías uno más de los que encuentro en mis escapadas, me explayé un poco contándole tus habilidades y resistencia. Ese fin de semana, me lo pasé en la cama y él me hacía lo que le iba describiendo una y otra vez, hasta que me dejó rendida y es que mi marido es una fiera. El sábado pasado, estábamos juntos en el paseo de la dehesa cuando le vi pasar con la moto, lo seguimos hasta el mirador de la plaza y por culpa de un par de coches lo perdimos, pero desde ahí fue mi marido quien lo ha localizado. Está fuera esperándome, él ya sabe quién eres y a qué te dedicas, pero a él no le importa nada de esto ¿Lo llamo y así lo conoces?
-¡No! no es necesario, te creo, ya te puedes ir en paz, dime cuándo quieres que nos encontremos en esa casa que me dices; no he pasado nunca por la zona, pero la encontraré.
-Después de comer iré para allá, entra al portalón y pasa a la parte trasera de la casa por la derecha, así la moto quedara fuera de miradas indiscretas igual que mi auto. Lo mejor es ir hasta una fuente que hay un Km más allá y regresar, de ese modo estarás seguro que nadie te ve entrar…
(Colaboracón de fuente anónima)
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